Crónica de unos días por Hermosillo, Sonora
- Casandra Gómez
- 8 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Para mis amigos de Sonora
Tomas un vuelo rumbo a Hermosillo. Al descender del avión no sabes qué hacer. Total, terminas pidiendo un Uber para que te lleve a donde te hospedas. Para tu mala suerte el coche no entra al aeropuerto, pues dicen —los taxistas se cabrean—; así que llamas una y otra vez al conductor, no tienes éxito. Ya no puedes cancelar el viaje, si lo haces te atienes a pagar el doble de la tarifa. Por fin logras comunicarte, te dice —camina hacia el OXXO—, tú caminas con todo y maletas. Te sientes ridículo.
Llegas a tu cuarto de Airbnb, te avientas a la cama. Enciendes el celular y buscas “cosas que hacer en Hermosillo”. Nada, no hay nada. No encuentras más que los dogos del parque afuera de la UNISON, que dicen son muy ricos. Piensas por qué no. Pides un dogo; le pones guacamole, cebollita morada, crema, cátsup… al final se vuelve incomible.
Los días pasan y te das cuenta que no sólo en Shihuahua dicen "mushashos"; al principio te da musha risa, y los imitas, pues tus efímeras clases de fonética y fonología hacen te dé curiosidad. Conoces a la gente, y piensas que el norte no es lo que dicen, que el norte tiene musha gente curada.
* * *
La gente en Sonora es muy cálida. Si algo más extraño es a su gente, con ese acento tan bonito que tienen. Pasar las noshes platicando con buenos amigos, cenando unos persherones, mientras yo les enseño la música de los Sonex. O quizá caminar por los barrios viejos viendo murales, mientras al fondo la voz de Oscar narra la leyenda del hombre que se casó con un maniquí. O quizá también aquella noshe del Floricanto sentada en el pasto, descubriendo nuevas palabras sonorenses, mientras aquellos mushashos se curan de mi tono cantadito, que dicen es muy xalapeño. O tal vez explicarles que un pambazo no es una torta, y ellos tratando de encontrar la diferencia entre carne seca y mashaca. O a lo mejor extraño esa tarde de café, o aquellas fotos en “el piano-fuente”; o que alguno se ponga por fin de acuerdo y me diga dónde encontrar los mejores tacos de carne asada. O probablemente sean esas promesas de volver a encontrarnos el año próximo.
Extraño Sonora porque allí comí la mejor carne; porque allí recorrí los mejores barrios, porque también allí pasé los mejores días, las mejores noshes; porque allí, hice grandes amigos. Porque además, allí descubrí que aun estando muy cerca de la frontera, las fronteras no existen.
Seguramente mi visita pasó desapercibida, Hermosillo es una ciudad grande, pero para mí Sonora no pasó sin dejar rastro. Extrañaré ese tono norteño. Extrañaré que me digan si traigo feria en lugar de cambio. Extrañaré tu comida Sonora, pero sobre todas las cosas, extrañaré a tu gente.

Comentarios