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¡Pura Vida! 20 días en Costa Rica

  • Tere Zamora
  • 17 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Desde que salí del avión sentí la calidez que definitivamente caracteriza a los ticos...

Veinte es el número de días que he vivido aquí en Costa Rica, pero desde el primero este país (de tan solo 51mil kilómetros cuadrados) me enamoró totalmente.


Desde que salí del avión sentí la calidez que definitivamente caracteriza a los ticos. Me sigue pareciendo increíble que cada que le doy las gracias a alguien, la respuesta, el 100% de las veces es con gusto (el 90% es con mucho gusto); en verdad, el tico hace las cosas con gusto, porque aquí todo es ¡Pura vida!


Otra cosa que no termino de asimilar es su forma de dar direcciones. El tico se complica siempre, o al menos complica al extranjero cuando indican “para llegar a casa de fulanito tienes que bajarte del bus en tal agencia de autos” (eso cuando bien te va, también pueden decirte que te guíes en el árbol que está a 700 metros Sur); una vez que llegas debes caminar otros 300 metros al Este, doblar en el semáforo y caminar otros 500 metros al Oeste, ¡facilito, facilito! Me he perdido tantas veces que ya perdí la cuenta. Pero eso sí, he caminado bastante por San José, ciudad bien tuanis donde de repente hace calor, 5 minutos después ya estás preocupado porque parece que va a llover y no cargaste el paraguas hoy… Por suerte, después de 10 minutos, se te olvida porque el clima dice que siempre no, que mejor salga el sol, ¡qué vacilón!



Mae, la comida también es digna de mencionarse y es que aquí hasta en McDonalds venden gallo pinto, ¿qué?: Arroz revuelto con frijoles, que en realidad es “lo que sobra” de la comida del día anterior. Digamos que le cocinas a tu pareja unos ricos casados, (lo que queda es el gallo pinto). Aquí te ofrecen refresco de mango, cas, maracuyá, guanábana y muchos otros sabores… ¡Se trata de jugos naturales! No son esas bebidas gaseosas que acostumbramos los mexicanos (¡pero son más sabrosas!). Por cierto, si van a celebrar algún cumpleaños por aquí, no olviden conseguir un delicioso queque (el otro día pasé por un Dairy Queen e incluso allí te ofrecen queques de helado).


Caminar en San José es muy agradable; el otro día me encontré a unos músicos que alegraban la calle con sus instrumentos realizados con tubos de PVC y cubetas de plástico. También es común ver a artistas ofreciéndote sus pinturas a cambio de colones. ¡Por cierto!, algunas veces aún tengo problema cuando me dicen que, por ejemplo, el gallo pinto que, como en alguna Soda de la U, cuesta 2800 colones, o que una coca cola cuesta 900 colones (sigo acostumbrada a mis pesos mexicanos).

La U es la Universidad de Costa Rica a la que vine a estudiar un semestre. Se encuentra en San Pedro y justo enfrente de ella pasa el tren, ¡sí, el tren!, mismo que pasa en medio de la calle en San José y otros lugares. Aún no he tenido la oportunidad de subirme a él, ¡pero sí le he tomado muchas fotos! Luego de pasar con cuidado por las vías del tren, se encuentra la dueña de mis desvelos, mi vida y mi amor durante éste semestre. La U es enorme, está llena de áreas verdes; la verdad es que para mí es un área verde gigante con algunos edificios. Ahora, imagina que vas caminando por esa enorme universidad, por supuesto que no tienes idea de dónde estás ni de dónde se encuentra la facultad que buscas, pero como tienes tiempo te dedicas a caminar, a intentar llegar a tu destino con ayuda de un mapa que se te proporcionó para no perderte. De la nada visualizas en la cima de un árbol a un oso perezoso. ¡UN OSO PEREZOSO! Eso me pasó y no podía creerlo y unos minutos después me encontré otro oso perezoso, pero esta vez se encontraba en el pasto. ¡Mi universidad tiene osos perezosos! Y eso es tan normal para los maes ticos que viven aquí.

Supongo que no es tan raro (aunque no considero que esté bien) tener algo y no estar consciente de la magnitud de eso que posees, pues muchos ticos me han dicho que a pesar de vivir en un país que tiene muchísimos parques nacionales y áreas naturales protegidas, y en el que solamente 322 kilómetros separan al Océano pacífico del Mar Caribe, no conocen bien todos los tesoros con los que cuentan.


Aún me falta muchísimo por caminar, ver, comer, oler… En fin, aún hay infinidad de cosas por aprender ¡Pura vida!

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